Lo que empieza mal, termina peor

Hace poco alguien me contó en Instagram que estaba viviendo una situación donde no sabe qué hacer frente a una persona que ama. Una parte de su corazón le dice, quédate y la otra le pide que se vaya.

¿Qué hace entonces al respecto?

Siempre he pensado que cuando tenemos que decidir algo en la vida, debemos imaginarnos que somos campesinos sembrando un terreno.

Entonces, ese terreno se convierte en nuestra vida y nosotros, somos quiénes están a cargo de cultivar buenas cosas o malas. Por eso, las decisiones de esta manera son cruciales, ya que si sembramos malas hierbas, nuestro fruto a la hora de recoger la cosecha hace más daño que cuando no había nada.

La pregunta está entonces en saber si esa persona, por la cual no sabemos si debemos avanzar o no, vale realmente la pena como para ponerla en nuestro terreno.

Para ello es crucial preguntarnos:

¿Es una persona que me hace evolucionar? ¿Le aporta paz a mi vida? ¿Es una persona que me ama, me apoya y siempre está ahí para mí? ¿En qué circunstancias conocí a esa persona y qué probabilidad hay de que cambie conmigo en el transcurso del tiempo?

Si al resolver estas preguntas nos damos cuenta que esa persona no está dispuesta a dar todo por nosotros y peor aún, las circunstancias en las que nos conocimos fueron negativas. Ya sabremos que vamos a sembrar malas hierbas.

En el caso de esta persona, que me escribió en Instagram, su relación con esa chica inició en un caso de infidelidad. La chica, a la cual voy a llamar Juanita, se sentía sola en su relación y vulnerable, por eso cuando encontró alguien que le diera el amor, el respeto y la admiración que no veía en su matrimonio, no le fue difícil ser infiel.

La infidelidad es el primer paso para reconocer que algo no está bien. Si la persona de la cual nos enamoramos es capaz de engañar a alguien, sin importar cualquiera que sea la excusa que utilice para justificarse, el solo hecho de ser capaz de engañar, implica la falta de valores. En el caso de Juanita, si fuera una persona que reconoce que su matrimonio no funciona y se siente atraída hacia otra persona, lo más sensato es salir de ahí y empezar de nuevo.

Sin embargo, hacer las cosas a las espaldas del otro. Querer engañar, vengarse o simplemente, escapar de su realidad, demuestra que de esto nada bueno puede prosperar. Al pasar el tiempo, habrán corazones rotos, más indecisión y dolor.

Por eso, pienso que cualquier cosa que empieza mal, termina peor. Así como Juanita, existen muchos otros casos de relaciones que inician mal y tienen desenlaces tristes.

¿Qué pasaría si hubiéramos pensando en la importancia de cultivar un buen terreno antes de meternos en semejante drama? Quizás, la cosa sería diferente y no habría sufrimiento.

Mi consejo para esta persona y para los demás, es que si sientes que no sabes qué hacer respecto a alguien o algo en tu vida: date un respiro y piensa como un campesino, imagina tu terreno ¿es buena o mala hierba? ¿Qué puedo llegar a recibir de esto en un futuro? Si vez que las respuestas son positivas, anda y di que sí. En caso de que veas que saldría todo mal, descarta esta experiencia.


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Aprender a soltar

La noche anterior viví una experiencia diferente. La familia de mi esposo quería celebrar una tradición turca que no se había podido realizar, ya que nos casamos en mi país natal.

Esta tradición se le conoce como «la noche de Henna«, la cual consiste en una despedida de la futura esposa a su hogar. Es la forma en la que la chica puede dejar ir su casa, sus padres y todo aquello que rodeaba su vida.

Se suponía que durante la ceremonia yo debía estar llorando, pues en Turquía casarse es todo un acontecimiento. Sin embargo, a mí me dio un ataque de risa porque esto es algo a lo que no estoy acostumbrada. En mi mente no existe la idea de «llorar porque me voy a casar». Al contrario, antes de mi boda estaba feliz y dichosa, al igual mis papás.

Esta experiencia multicultural me hizo pensar en lo difícil que es soltar algo en nuestra vida. A veces nos aferramos y apegamos tanto a las personas, los lugares, las cosas, que cuando ya dejan de existir en nuestro panorama, duele y mucho.

A mí, sinceramente, no me dolió casarme, pero sí me ha costado trabajo acostumbrarme a vivir en un nuevo país, distinto al mío. Por eso, siento que la tarea más importante que debo hacer en este momento es aprender a soltar.

En la cultura turca tienen un ritual para que su hija pueda soltar a su familia para iniciar otra. Siento que el hecho de hacer ese ritual ayuda a que la mente se adapte a lo nuevo que llega. Es una forma de preparación para que en el momento en que se materialice el cambio, sea más fácil asimilarlo.

Creo que podemos aplicar este método para distintas experiencias en nuestra vida donde nos cuesta soltar.

Si tu pareja te dejó, si algún familiar falleció, si te quedaste sin trabajo o simplemente, te cuesta acostumbrarte a vivir algo nuevo; imagínate poder ayudar a tu mente a entender este proceso con un ritual para soltar.

La aceptación

Sé que suena raro, pero esto nos ayudará a realizar el primer paso para poder soltar algo. Este primer paso consiste en la aceptación de nuestra realidad.

Es cuando eres capaz de decirte a ti mismo, aunque duela:

– Olivia, ya no vives en Colombia. Tu hogar ahora es Turquía–.

– María, tu novio se fue con otra–.

– Ramiro, ya no eres gerente de la compañía–.

Cuando somos capaces de entender y comprender que la realidad que vivíamos antes, ya no existe, aprendemos a aceptar y así será más fácil soltar. Pues, si ya no está ¿cómo vamos a volver a recuperarla? ¿vale la pena gastar tanta energía por algo que ya no existe?

Poco a poco, dependiendo del tiempo y el proceso, vamos a dejar ir los sueños que estaban arraigados a eso que debemos soltar.

Dejar de pensar en el futuro

Cuando ya eres capaz de aceptar, viene la etapa de aterrizar en el presente y dejar de pensar en lo que hubiera sido nuestro futuro.

Si te encuentras pensando:

«¿Qué hubiera pasado si mi mamá estuviera viva en este momento?», «¿Qué sería de mí si aún fuera gerente?», «¿Cómo sería mi futuro con ese ex novio que me dejó por otra?».

Si estás en ese momento, tienes que parar y decirte a ti mismo que es hora de dejar ir. Pues, recuerda que esa realidad ya no existe.

Dejar de volver al pasado

Puede que pase lo contrario y en vez de proyectar hacia al futuro, te quedes envuelto en el pasado. En este caso, sientes que es muy difícil soltar porque aunque esa realidad no existe, tu mente te lleva constantemente a revivir momentos y recuerdos.

Si este es tu caso, quiero que te imagines como si fueras un burro de carga andando un largo camino. Pues, así estás lastimando tu vida.

No sé si te ha pasado que vas en el coche y vez un burro cargando muchas cosas. A mí me da lástima y siento que nadie merece cargar con tanto, porque a la final saldrá lastimado. Puede que tu no estés cargando mercancías, ni cosas materiales. Tu carga es emocional y aunque no se pueda tocar, tiene un gran peso.

Si vuelves al pasado, este va a doler y revives el sentimiento. Sigues cargando el bulto pesado por el largo camino. Entonces, se te olvida que al rededor hay cosas más lindas por las cuales vivir, ya que tu mirada está concentrada en el pasado.

Enfócate en el presente

Mi invitación es a que te enfoques en el presente. Cada vez que descubras a tu mente viajando en el tiempo, ponla a aterrizar. Enfócate y piensa en disfrutar lo que tienes en este momento.

Yo sé que dejar ir no es fácil, sin embargo, ¿de qué nos sirve aferrarnos a aquello que nos lastima? Sea lo que sea que te genere una carga, permítete liberarte de ello para que así tengas un viaje por la vida más ligero. Recuerda que para soltar, primero debes aceptar la situación y después, intentarte enfocarte en el presente.


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Historia de un embarazo: Primer Trimestre

Estaba de vacaciones con mi esposo en una playa paradisíaca del Caribe que se llama San Andrés. Habíamos alquilado un carro que nos permitió pasear por toda la isla y así, parar en distintas playas menos turísticas.

Encontramos una muy bella, con poca gente y un local que vendía deliciosos cócteles. Ambos tomamos un par de «piña colada» y «coco loco». Entre nuestra aventura en el agua, me dieron muchas ganas de ir al baño, demasiadas.

Yo estaba esperando que mi menstruación llegara, porque siempre he sido muy regular y cuidadosa con ella. Estaba teniendo los síntomas típicos, como cólicos, dolor en mis senos y antojos. Como sabía que iría a la playa, había tomado pastillas para retrasar mi menstruación, pero dejé de tomarlas porque «algo en mí» me dijo que era mejor dejar todo fluir.

Lo que no sabía es que no bajaría la sangre hasta después de nueve meses.

Mientras andábamos aventurado, yo sentía demasiadas ganas de ir al baño. Primero una vez, luego tres, cinco, seis y ahí sí me preocupé.

– Creo que estoy embarazada –, le dije a mi esposo.

Decidimos comprar una prueba de embarazo de las más baratas y así descartar esa conclusión. Fuimos al apartamento, me fui al baño y me hice la prueba.

– ¡¡¡AMOR!!! Estoy embarazada-, grité a todo pulmón.

Mi esposo me recomendó que era mejor no emocionarnos aún y al día siguiente, pasaríamos por la farmacia para comprar una prueba más eficaz.

Primer mes de embarazo

Hicimos una prueba digital que nos decía las semanas exactas. Resultó que llevaba un mes de embarazo y yo, ni por enterada. Inmediatamente, corté mi relación con el alcohol. Nunca he fumado, así que no tuve que dejar el cigarrillo y me dispuse juiciosa a comer saludable.

A la primera persona que le contamos fue a mi mamá, ella se puso muy contenta y me dio varios consejos:

  • Come siempre varias veces al día en pequeñas porciones.
  • Consume pescados, carnes magras, muchas verduras y frutas.
  • Duerme todo lo que puedas y disfruta de ese momento.
  • Mantén tus emociones controladas, evita el estrés.

Luego, llamamos a la mamá de mi esposo y para ella fue un poco más difícil de asimilar. Pues, quería que nuestros primeros años de matrimonio pudiéramos viajar juntos, antes de tener una familia. Un bebé cambia todos los planes, así que nos recordó la responsabilidad que esto trae.

A pesar de todo, ambos estábamos muy felices. No era lo que estábamos buscando, pero tampoco nos arrepentimos. Tuvimos muchas emociones encontradas, pero en su mayoría estás fueron de felicidad. Una nueva vida estaba por iniciar.

Podría decir que el primer mes de embarazo no se siente mucho, es muy llevadero. Algunas mujeres, como yo, no saben que están embarazadas. Los síntomas son tan parecidos a la menstruación que es muy complejo distinguirlos.

Segundo mes de embarazo

Para este momento ya habíamos agendado cita en el médico, yo estaba siguiendo una dieta vegetariana, pero me dijeron que podría seguir haciéndolo siempre y cuando tomara vitaminas de más.

Personalmente, no quería tomar muchas vitaminas así que preferí pausar mi dieta vegetariana por mi bebé. Esta no fue una decisión fácil, ya que mi esposo es muy serio con este tema y le incomoda verme comiendo productos animales. Sin embargo, ambos decidimos que haríamos el sacrificio por la salud de nuestro hijo.

Aproximadamente en la semana 7, cuando el mes estaba por terminar, empezaron mis mareos y vómitos. Esto fue horrible, de verdad que son muy afortunadas aquellas mamás que no tienen estos síntomas.

A mí me dio vómito todo el día, más de cuatro veces. No podía retener nada de comida, estaba cansada con las hormonas alborotadas. Mejor dicho, nada lindo.

Este es el momento del embarazo que no te venden en las películas, porque no te cuentan cómo vas a estar de loquita. Tus gustos cambian, el olfato se desarrolla, de repente tienes antojos de algo que nunca habías comido, entre otros.

Tercer mes de embarazo

Este mes pasa demasiado lento, si eres de las mujeres que como yo, tuvieron muchos vómitos. Uno no ve la luz al final del túnel, pareciera eterno.

Yo me volví súper perezosa, porque estábamos en invierno. Miraba la calle por la ventana y esas temperaturas me daban escalofríos. No quería salir, prefiera estar encerrada viendo películas. Además, cada vez que asomaba mi cabeza a la calle, me entraban esos olores horribles y más náuseas tenía.

En Turquía, lamentablemente, no todo el mundo se baña ni tiene hábitos de higiene. Por lo tanto, cuando caminas por la calle te entra ese olor a axila, terrible que dan ganas de vomitar.

Entre otras cosas, me empezó a gustar el salmón, la comida bien salada; aborrecí las lentejas, el brócoli y cualquier cosa que me dieran náuseas. Me empecé a sentir como una persona completamente distinta, por ejemplo, mi libido se cayó por completo -pobrecito mi esposo, jejeje-. La saliva me parecía asquerosa, algunas veces no soportaba sus abrazos, porque el olor de su barba me daba asco. Sin embargo, él siempre fue paciente conmigo y entendió que estaba pasando por una confusión de hormonas impresionantes, así que hasta el momento no se ha quejado.

Recomendaciones generales

  • Lo primero que debes hacer cuando sabes que estás embarazada es cuidarte en la alimentación y en hábitos saludables. Por eso, debemos dejar atrás el alcohol, el cigarrillo, el café, las drogas, cualquier cosa que le haga daño a nuestro bebé. Puedes iniciar por incorporar una alimentación balanceada, siguiendo lo que te dice tu médico.
  • En mi caso personal, no pude hacer ejercicio esos tres meses porque las náuseas y el malestar general no me daban energía para hacer. Sin embargo, si este no es tu caso, mantén activo tu cuerpo y haz ejercicio moderado.
  • Saca cita con tu doctor, la primera vez te harán exámenes de sangre, de orina y también, podrás ver a tu «frijolito» en la barriguita. Este es el momento más emocionante de tu vida, cuando empiezas a ver como una cosita tan pequeña está dentro de ti.
  • Habla con tu pareja y ojalá, ambos aprendan de qué emociones aparecen en el embarazo, ya que tu personalidad será fluctuante, puede que se te caigan los deseos sexuales y eso será difícil de entender para él, a menos de que ya ambos sepan a qué se están enfrentando.
  • Si tienes muchas náuseas, come varias veces al día con porciones pequeñas. Mantén al lado de tu cama una galletas saladas, así apenas despiertes no tienes el estómago vacío. Recuerda, después de un largo ayuno…fijo vas a vomitar.

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50 Preguntas para conocerte a ti mismo

¡Este proyecto está iniciando y quiero inaugurarlo de forma divertida!

Me dispuse a crear una serie de preguntas enfocadas en ayudarte a conocerte mejor. Mi invitación es a que las resuelvas y me cuentes tu experiencia durante este trayecto. Te cuento que yo también estaré haciendo el ejercicio y podrás ver mis avances en mi blog. En la medida que voy dando respuesta, iré compartiendo.

Mi intención con este ejercicio es aprender un poco más de mí y tener la posibilidad de volver a leerme a mí misma, para así encontrar aquellas cosas que guarda mi inconsciente que a simple vista no se ven. Una vez pueda reconocerlas, podré trabajar en transformar mi vida.

Sé que la reflexión es importante, por eso la escritura como herramienta de «desahogo» y «autoconocimiento» sirve mucho. Por eso, te invito a ti, querido lector(a) a realizarlo conmigo. Quiero que sepas que estaré pendiente de tu proceso y me encantaría conocerlo. Recuerda que aquí tienes otra amiga, que como tú, quiere transformar su vida.

No tengo las claves para hacerlo, pero aún así, busco diferentes métodos y siento que este puede ser el inicio de una gran aventura por el autoconocimiento ¡Anda vamos!

Anímate a iniciar conmigo.


50 PREGUNTAS PARA CONOCERTE

Este ebook cuenta con aproximadamente 60 páginas, todas interactivas. No sólo encontrarás preguntas, también hay a tu disposición 5 retos que te ayudarán a manifestar lo que escribes. Haz parte de esta experiencia transformadora y no dudes en escribirme.


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Escucha, tu alma te habla

Hoy es otro día sin rumbo.
Me levanto con pereza.
Bebo mi café con una galleta.
Pasan las horas y yo, no me percato de ellas.
La rutina me consume, me vuelve gris.
Me aburre.

La vida me sabe agria.
¡No entiendo porqué estoy aquí!
Y aún así, no me quiero rendir.

Veo fotos de personas que son felices.
Pienso, yo quiero vivir eso también.
¿Qué debo hacer?

Intento buscar respuestas en internet.
Pero el exceso de información, me abruma.
Encuentro tantas respuestas,
que es difícil filtrar las que son verdaderas.

Entonces, dejo mi búsqueda para mañana.


Hoy es otro día igual que los demás,
Me levanto con pereza.
Bebo mi café con una galleta.
Pasan las horas y yo, quiero percatarme de ellas.

Entonces, decido que haré las cosas diferentes.
Sé que no puedo tener la vida arreglada
de la noche a la mañana.
Pero, puedo elegir disfrutar de este momento.

Me siento a reflexionar y entre más pienso,
encuentro respuestas.
Ya no necesito buscar en internet,
porque dentro de mí está todo lo que necesito.

Decido, por primera vez, escucharme.
Me pongo atención y descubro que hay mucho por decir.
Mi alma me viene hablando hace varios años,
y yo, consumida por la rutina, no la he escuchado.

Ahora es el momento.
Ya no quiero encontrar felicidad,
Solo quiero aprender a escucharme en el silencio.

Uso las letras como herramienta,
grabo las ideas que mi alma me dice.
Las palpo en artículos, los convierto en audio
y cuando están listos, los comparto.

Mi intención es seguir escuchando,
aprender de mis errores y aciertos,
conocer más personas, que como yo,
quieran escucharse más.

No quiero ofrecer verdades absolutas,
tampoco las tengo.
Sólo quiero contar mi viaje,
mi experiencia por el autoconocimiento.

Aquel en el que dejas de ser sabio, y te vuelves aprendiz.
Aquel donde dejas de hablar,
y te pones a escuchar.
Aquel donde hay muchas preguntas,
y tu buscas respuestas,
dentro de ti mismo.


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